Así de espectacular lucía Las
Arenas el día de su presentación al mundo, marzo 2011, reconvertida en un centro que
pretende integrar comercio, ocio y cultura.
Tras casi un lustro
de obras, interrumpidas en varias ocasiones por falta de fondos, el estudio de
arquitectura (RSH+P) de Richard Rogers en
asociación con Alonso- Balaguer consiguió
culminar uno de los proyectos, que a buen seguro, más quebraderos de cabeza les
ha proporcionado.
El antiguo coso
taurino (uno de los tres que llegó a tener la ciudad de Barcelona funcionando
de manera simultánea), obra del arquitecto catalán Font i Carreras, edificado allá por el 1900, es un extraordinario
exponente de arte neomudéjar. Un estilo muy empleado en aquella época para el
diseño de estos edificios.
Fue el Ayuntamiento de Barcelona, apreciando
la belleza del edifico, quién exigió al estudio de arquitectura el respeto por
los valores histórico-artísticos del edificio. Premisa que aparentemente se tradujo única y exclusivamente en la
conservación de la fachada.
Y aunque en un principio, se acarició la idea
de hacer de él, una gran biblioteca pública (cosa que nos hubiera encantado!)
finalmente se optó por convertir el edificio en un centro comercial. Seguramente
el Ayuntamiento, con razón, pensó que bastante dinero había ya desperdiciado,
haciendo de lo que otrora fuera el Matadero Público (una gran superficie
contigua a la de la plaza), un espacio verde de cero rentabilidad.
Las obras que
tuvieron un coste aprox. de unos 80
millones de € , no estuvieron exentas de problemas. El vaciado integro del
edificio y la elevación de la fachada en el intento de mantener los accesos al
nivel de la calle (la antigua plaza tenía rampas y escaleras de acceso)
supusieron un trabajo ingente y elevadamente costoso.
Adentrándonos en el
interior del edificio, constatamos que las premisas dadas por el Ayuntamiento para
la acometida de la reforma, tuvieron más calado en el estudio de arquitectura
de lo que en un momento se pudiera pensar. El edificio enteramente circular, deja
libre un espacio en el centro a modo de ruedo.
Merece especial
mención el “plato” que corona el edificio. Lo que ha venido denominándose una “plaza
en las alturas”. Con sus 100 metros de diámetro, proporciona espacios flexibles
y diáfanos. La cúpula que corona el edificio, una obra completamente exenta que
permite por un lado, la entrada de luz natural en el interior y por otro, el
disfrute de unas extraordinarias vistas sobre la ciudad y particularmente,
sobre la Plaza de España.
El coso alberga en su
última planta, 15 salas de cine, propiedad de la familia Balañá (¿de qué nos
suena este nombre?) en cuyas paredes, al lado de las puertas de acceso a las
distintas salas, pudimos encontrar las siguientes fotografías;
¿Casualidad ó… un
intento de conjugar pasado y presente?. También, el logo diseñado para el
edificio y con gran notoriedad en el mismo, tiene claras reminiscencias
taurinas.
Superado cualquier
viso de nostalgia y aceptando como algo consustancial a la vida, el dotar de otra
utilidad a edificios que han dejado de servir para el fin que fueron creados… aplaudimos el proyecto de
remodelación de LAS ARENAS de Barcelona. Si bien personalmente hubiéramos dotado el antiguo coso de otra
utilidad, seguramente menos lucrativa pero sí, más edificante. Preferimos esto a que las plazas de toros caigan en abandono (hay muchos!) o sean demolidas.
Visita obligada si se está de paso por Barcelona. ¡Qué bonita plaza fue!
ResponderEliminar